Como cada 16 de septiembre, este lunes se celebra el Día Internacional de Preservación de la Capa de Ozono frente al «agujero» que se produce cada año en el fino escudo de gas en la atmósfera, y que se está recuperando según las observaciones; en 2024 está siendo de hecho de los más pequeños hasta el momento.
Dicho agujero se produce cada año desde principios de la década de los ochenta, debido a los altos niveles de sustancias destructoras de la capa de ozono que la humanidad ha ido emitiendo, según los expertos.
De acuerdo al último informe de la ONU, se estima que en 2066 la capa de ozono en la Antártida se habrá recuperado a los niveles que tenía en 1980. En el Ártico, la recuperación se producirá más rápidamente, en 2045, mientras que en el resto del mundo será en 2060.
El lema este año del Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono proclamado por Naciones Unidas es «Protocolo de Montreal: promoviendo la acción climática».
En esta edición se conmemoran los 37 años del Protocolo de Montreal; sus objetivos han sido propiciar la recuperación de la capa de ozono además de contribuir a la mitigación del cambio climático mediante la eliminación gradual de hidrofluorocarburos (HFC).
En 2023 el agujero de la capa de ozono «fue uno de los más grandes observados, mientras que el de 2024 está siendo uno de los más pequeños», asegura este lunes en una nota de prensa la española Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), coincidiendo con la efeméride.
«Este hecho forma parte de la variabilidad climática y no contradice la recuperación de la capa de ozono que se viene observando», según la autoridad meteorológica, una de las entidades que participa de forma activa en la vigilancia mundial de la capa de ozono.
Protección frente a la radiación ultravioleta
«El ozono estratosférico nos protege de los efectos perjudiciales derivados de una sobreexposición a la radiación ultravioleta, principalmente de aquella más energética que produce los efectos más adversos sobre los ecosistemas y la salud humana», recuerda la Aemet.
«Además, su relevancia es aún mayor si tenemos en cuenta la pequeña proporción en la que se encuentra en la atmósfera».
También el servicio de vigilancia atmosférica de Copernicus ha informado este lunes sobre el agujero de ozono en la Antártida y ha avanzado que «comenzará a formarse más tarde de lo previsto en 2024», de acuerdo a los datos de sus trabajos de monitorización rutinaria.
«Esto se relaciona principalmente con cambios en las temperaturas y patrones de viento en la estratosfera de la región, lo que lleva a un inicio retrasado del proceso de agotamiento del ozono», ha explicado en un comunicado.
En condiciones meteorológicas normales, el agujero comienza a formarse a mediados o fines de agosto y se cierra hacia fines de noviembre.
«Hay una gran cantidad de factores que influyen, directa o indirectamente en la formación del agujero de ozono en la Antártida. Sin embargo, ninguno tiene tanto impacto como las sustancias antropogénicas que agotan la capa de ozono», ha explicado Laurence Rouil, director del Servicio de Vigilancia Atmosférica de Copernicus (CAMS) del Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio (CEPMPM).
Control de casi cien sustancias perjudiciales
Por su parte, la directora del Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente (IIDMA), Ana Barreira, ha explicado que gracias a «un esfuerzo internacional conjunto impulsado por la comunidad científica, se ha conseguido exigir el control de casi cien sustancias químicas perjudiciales para el ozono».
En 2013, el agujero de ozono se abrió pronto y de forma rápida, convirtiéndose en uno de los más grandes registrados a mediados de septiembre, y uno de los de mayor duración observados hasta la fecha.
Posteriormente, la superficie del agujero de ozono se redujo significativamente hasta situarse prácticamente dentro de la media, pero fue inusualmente persistente durante noviembre, permaneciendo por encima de los 14,2 m2, aproximadamente la superficie de la Antártida, hasta principios de diciembre.
De acuerdo a las observaciones de la Nasa, el año pasado el agujero de ozono antártico tuvo una extensión media de 23,1 millones de km2, alcanzando un máximo de 26 el 21 de septiembre.
«A modo de símil, si fuéramos capaces de concentrar toda la capa de ozono sobre la superficie terrestre, apenas ocuparía una capa de 3mm de espesor, mientras el conjunto de toda la atmósfera que nos rodea alcanzaría un espesor aproximado de 8.000 metros», según la Agencia Estatal de Meteorología española. /Con información de EFE-