El té de crisantemo, preparado a partir de las flores secas de esta planta, es una infusión milenaria valorada por su sabor delicado y sus múltiples beneficios para la salud.

Con un tono dorado y un aroma floral que recuerda a la manzanilla, esta bebida ha sido parte de tradiciones herbales, especialmente en la medicina china, donde se le atribuyen propiedades antioxidantes, antiinflamatorias, sedantes y antihipertensivas, gracias a compuestos naturales como flavonoides y antocianinas que combaten el estrés oxidativo y la inflamación en el cuerpo.
Estudios científicos recientes respaldan su capacidad para proteger células, mejorar la salud ósea y apoyar la piel al reducir manchas y aliviar irritaciones, convirtiéndolo en un aliado tanto para el bienestar general como para el cuidado estético.
Sin embargo, es importante consumirlo con precaución: personas alérgicas a las margaritas, con sensibilidad cutánea, diabetes, hipertensión o en estado de embarazo y lactancia deben evitarlo o consultar a un especialista, pues también puede causar fotosensibilidad y afectar ciertos tratamientos médicos.
Prepararlo es sencillo: basta con infusionar una cucharada de flores secas en agua hirviendo, dejar reposar y disfrutar hasta dos tazas al día, siempre respetando las indicaciones personalizadas.
Más allá de ser una bebida, el té de crisantemo representa un puente entre la naturaleza y la salud, invitándonos a redescubrir en su aroma y sabor la calma y el equilibrio que nuestro cuerpo y mente necesitan.
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