Ha comenzado en la Plaza de San Pedro la Misa exequial del Papa Francisco, la cual es presidida por el decano del Colegio Cardenalicio, Cardenal Giovanni Battista Re, y concelebrada por cardenales, obispos y sacerdotes.

A la ceremonia han llegado también al menos 130 delegaciones, con unos 50 jefes de Estado y 10 soberanos reinantes. Entre ellos están los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump; de Argentina, Javier Milei; de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva; de Ecuador, Daniel Novoa; de Ucrania, Volodimir Zelensky; la primera ministra italiana, Giorgia Meloni; así como los reyes de España, Felipe VI y Letizia; y de Jordania, Abdalá II.
La Plaza de San Pedro luce totalmente llena, con peregrinos llegados de todo el mundo. Una vez culminada la ceremonia, los restos del Papa Francisco serán llevados a la Basílica Santa María la Mayor para ser sepultados siguiendo los deseos del Pontífice.
Trasladan el féretro del Papa Francisco hasta la plaza de San Pedro
Ante la mirada atenta de los miembros del Colegio Cardenalicio, el féretro con los restos mortales del Papa Francisco es trasladado desde el interior de la Basílica de San Pedro hasta el exterior del templo, donde se celebrará el funeral.
El coro entona la antífona de entrada “Concédele, Señor, el descanso eterno y brille para él la luz perpetua”.

Comienza la Liturgia de la Palabra
Tras el acto penitencial y el kyrie, el Cardenal Gianni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio pronunció la oración colecta:
“Oh Dios, eterno pastor de almas, vuelve tu mirada al pueblo que te suplica y concede a tu siervo, el Papa Francisco, que ha presidido tu Iglesia en la caridad, compartir con el rebaño que le ha sido confiado la recompensa prometida a los fieles ministros del Evangelio”.
A continuación comienza la Liturgia de la Palabra con las siguientes lecturas:
- Hechos de los Apóstoles (10, 34-43). En inglés. Lector: Kielce Gussie.
- Salmo 22: El señor es mi pastor, nada me falta. Cantado por el coro en latín.
- Carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses (3, 20 - 4, 1). En español. Lector, Edgar Pineda.

Cerca de 200.000 personas participan en el funeral del Papa Francisco
Cerca de 200.000 personas están participando en la Misa de exequias del Papa Francisco que celebra en la plaza de San Pedro, el Decano del colegio cardenalicio, el Cardenal Battista Re, según informó la Oficina de Prensa del Vaticano.
El resto de personas que se agolpan en las calles adyacentes de la plaza vaticana están siguiendo la ceremonia a través de las grandes pantallas que se han instalado para la ocasión.
La Misa de funeral concluirá con una triple oración que la Iglesia reza sólo en los funerales de los Papas. Justo después de la bendición final, se realizará el rito de último elogio y la despedida (ultima commendatio et valedictio).

Homilía de la Misa de exequias del Papa Francisco
A continuación la homilía completa:
En esta majestuosa plaza de San Pedro, en la que el Papa Francisco ha celebrado tantas veces la Eucaristía y presidido grandes encuentros a lo largo de estos 12 años, estamos reunidos en oración en torno a sus restos mortales con el corazón triste, pero sostenidos por las certezas de la fe, que nos asegura que la existencia humana no termina en la tumba, sino en la casa del Padre, en una vida de felicidad que no conocerá el ocaso.
En nombre del Colegio de Cardenales agradezco cordialmente a todos por su presencia. Con gran intensidad de sentimiento dirijo un respetuoso saludo y un profundo agradecimiento a los Jefes de Estado, Jefes de Gobierno y Delegaciones oficiales venidas de numerosos países para expresar afecto, veneración y estima hacia el Papa que nos ha dejado.
La masiva manifestación de afecto y participación que hemos visto en estos días, después de su paso de esta tierra a la eternidad, nos muestra cuánto ha tocado mentes y corazones el intenso pontificado del Papa Francisco.
Su última imagen, que permanecerá en nuestros ojos y en nuestro corazón, es la del pasado domingo, solemnidad de Pascua, cuando el Papa Francisco, a pesar de los graves problemas de salud, quiso impartirnos la bendición desde el balcón de la Basílica de San Pedro y luego bajó a esta plaza para saludar desde el papamóvil descubierto a toda la gran multitud reunida para la Misa de Pascua.
Con nuestra oración queremos ahora confiar el alma del amado Pontífice a Dios, para que le conceda la felicidad eterna en el horizonte luminoso y glorioso de su inmenso amor.
Nos ilumina y guía la página del Evangelio, en la cual resonó la misma voz de Cristo que interpelaba al primero de los Apóstoles: “Pedro, ¿me amas más que estos?”. Y la respuesta de Pedro fue inmediata y sincera: “Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero”. Y Jesús le confió la gran misión: “Apacienta mis ovejas” (cf. Jn 21,16-17). Será esta la tarea constante de Pedro y de sus sucesores, un servicio de amor a imagen de Cristo, Señor y Maestro, que «no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud» (Mc10,45).
A pesar de su fragilidad y sufrimiento final, el Papa Francisco eligió recorrer este camino de entrega hasta el último día de su vida terrenal. Siguió las huellas de su Señor, el buen Pastor, que amó a sus ovejas hasta dar por ellas su propia vida. Y lo hizo con fuerza y serenidad, cercano a su rebaño, la Iglesia de Dios, recordando la frase de Jesús citada por el Apóstol Pablo: «La felicidad está más en dar que en recibir» (Hch 20,35).
Cuando el Cardenal Bergoglio, el 13 de marzo de 2013, fue elegido por el Cónclave para suceder al Papa Benedicto XVI, llevaba sobre sus hombros años de vida religiosa en la Compañía de Jesús y, sobre todo, estaba enriquecido por la experiencia de 21 años de ministerio pastoral en la Arquidiócesis de Buenos Aires, primero como Auxiliar, luego como Coadjutor y después, especialmente, como Arzobispo.
La decisión de tomar por nombre Francisco pareció de inmediato una elección programática y de estilo con la que quiso proyectar su Pontificado, buscando inspirarse en el espíritu de san Francisco de Asís.
Conservó su temperamento y su forma de guía pastoral, y dio de inmediato la impronta de su fuerte personalidad en el gobierno de la Iglesia, estableciendo un contacto directo con las personas y con los pueblos, deseoso de estar cerca de todos, con especial atención hacia las personas en dificultad, entregándose sin medida, en particular por los últimos de la tierra, los marginados. Fue un Papa en medio de la gente con el corazón abierto hacia todos. Además, fue un Papa atento a lo nuevo que surgía en la sociedad y a lo que el Espíritu Santo suscitaba en la Iglesia.
Con el vocabulario que le era característico y su lenguaje rico en imágenes y metáforas, siempre buscó iluminar con la sabiduría del Evangelio los problemas de nuestro tiempo, ofreciendo una respuesta a la luz de la fe y animando a vivir como cristianos los desafíos y contradicciones de estos años de cambio, que él solía calificar como “cambio de época”.
Tenía gran espontaneidad y una manera informal de dirigirse a todos, incluso a las personas alejadas de la Iglesia.
Lleno de calidez humana y profundamente sensible a los dramas actuales, el Papa Francisco realmente compartió las preocupaciones, los sufrimientos y las esperanzas de nuestro tiempo de globalización, buscando consolar y alentar con un mensaje capaz de llegar al corazón de las personas de forma directa e inmediata.
Su carisma de acogida y escucha, unido a un modo de actuar propio de la sensibilidad de hoy, tocó los corazones, tratando de despertar las fuerzas morales y espirituales.
El primado de la evangelización fue la guía de su Pontificado, difundiendo con una clara impronta misionera la alegría del Evangelio, que fue el título de su primera Exhortación apostólica Evangelii gaudium. Una alegría que llena de confianza y esperanza el corazón de todos los que se confían a Dios.
El hilo conductor de su misión fue también la convicción de que la Iglesia es una casa para todos; una casa de puertas siempre abiertas. Recurrió varias veces a la imagen de la Iglesia como “hospital de campaña” después de una batalla con muchos heridos; una Iglesia determinada y deseosa de hacerse cargo de los problemas de las personas y los grandes males que desgarran el mundo contemporáneo; una Iglesia capaz de inclinarse ante cada persona, más allá de todo credo o condición, sanando sus heridas.
Innumerables son sus gestos y exhortaciones a favor de los refugiados y desplazados. También fue constante su insistencia en actuar a favor de los pobres.
Es significativo que el primer viaje del Papa Francisco fuera a Lampedusa, isla símbolo del drama de la emigración con miles de personas ahogadas en el mar. En la misma línea fue también el viaje a Lesbos, junto con el Patriarca Ecuménico y el Arzobispo de Atenas, así como la celebración de una Misa en la frontera entre México y Estados Unidos, con ocasión de su viaje a México.
De sus 47 agotadores Viajes Apostólicos quedará especialmente en la historia el de Irak en 2021, realizado desafiando todo riesgo. Esa difícil Visita Apostólica fue un bálsamo sobre las heridas abiertas de la población iraquí, que tanto había sufrido por la obra inhumana del ISIS. Fue también un viaje importante para el diálogo interreligioso, otra dimensión relevante de su labor pastoral. Con la Visita Apostólica de 2024 a cuatro países de Asia-Oceanía, el Papa alcanzó “la periferia más periférica del mundo”.
El Papa Francisco siempre puso en el centro el Evangelio de la misericordia, resaltando constantemente que Dios no se cansa de perdonarnos: Él perdona siempre, cualquiera sea la situación de quien pide perdón y vuelve al buen camino.
Quiso el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, destacando que la misericordia es “es el corazón del Evangelio”.
Misericordia y alegría del Evangelio son dos conceptos clave del Papa Francisco.
En contraste con lo que definió como “la cultura del descarte”, habló de la cultura del encuentro y de la solidaridad. El tema de la fraternidad atravesó todo su Pontificado con tonos vibrantes. En la Carta encíclica Fratelli tutti quiso hacer renacer una aspiración mundial a la fraternidad, porque todos somos hijos del mismo Padre que está en los cielos. Con fuerza recordó a menudo que todos pertenecemos a la misma familia humana.
En 2019, durante su viaje a los Emiratos Árabes Unidos, el Papa Francisco firmó un documento sobre la “Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia Común”, recordando la común paternidad de Dios.
Dirigiéndose a los hombres y mujeres de todo el mundo, con la Carta encíclica Laudato si’ llamó la atención sobre los deberes y la corresponsabilidad respecto a la casa común. “Nadie se salva solo”.
Frente al estallido de tantas guerras en estos años, con horrores inhumanos e innumerables muertos y destrucciones, el Papa Francisco elevó incesantemente su voz implorando la paz e invitando a la sensatez, a la negociación honesta para encontrar soluciones posibles, porque la guerra decía no es más que muerte de personas, destrucción de casas, hospitales y escuelas. La guerra siempre deja al mundo peor de como era en precedencia: es para todos una derrota dolorosa y trágica.
“Construir puentes y no muros” es una exhortación que repitió muchas veces y su servicio a la fe como sucesor del Apóstol Pedro estuvo siempre unido al servicio al hombre en todas sus dimensiones.
En unión espiritual con toda la cristiandad, estamos aquí numerosos para rezar por el Papa Francisco, para que Dios lo acoja en la inmensidad de su amor.
El Papa Francisco solía concluir sus discursos y encuentros diciendo: “No se olviden de rezar por mí”.
Querido Papa Francisco, ahora te pedimos a ti que reces por nosotros y que desde el cielo bendigas a la Iglesia, bendigas a Roma, bendigas al mundo entero, como hiciste el pasado domingo desde el balcón de esta Basílica en un último abrazo con todo el Pueblo de Dios, pero idealmente también con la humanidad que busca la verdad con corazón sincero y mantiene en alto la antorcha de la esperanza.
Así fue el rito de la "ultima commendatio et valedictio" en el Funeral del Papa Francisco

Antes de concluir la Misa, se realizó el rito de último elogio y despedida (Ultima commendatio et valedictio) en el que se hace una última encomienda del alma del Papa Francisco, rogando “a Dios Padre, por medio del Espíritu Santo, que lo acoja en la paz eterna y lo resucite en el último día”.
Tras la invocación de la letanía de los santos, se recitaron de manera consecutiva unas oraciones de encomienda del Pontífice a cargo del Vicario General de la Diócesis de Roma, Cardenal Baldassare Reina, y del Patriarca de Antioquía de los griegos melquitas, Su Beatitud Youssef Absi, junto a los patriarcas, arzobispos mayores y metropolitanos de las Iglesias Católicas Orientales Metropolitanas.
La Oración de Mons. Baldasare fue esta: “Oh, Dios que das la justa recompensa a los trabajadores del Evangelio acoge en tu Reino a tu siervo y nuestro obispo, el Papa Francisco, a quien hiciste sucesor de Pedro y pastor de tu Iglesia y concédele la alegría de contemplar el eterno misterio de la gracia y de la misericordia que sobre la tierra ha dispensado a tu pueblo”.
Por su parte, el oficio de difuntos según el rito bizantino se cantó en griego y en él se incluye la siguiente petición: “Pidamos de nuevo por el descanso del alma de su difunto siervo de Dios, Francisco, Obispo, para que le sean perdonados todos sus pecados y faltas”.
El Patriarca de Antioquia mientras inciensa el féretro con el cuerpo del Papa Francisco, añade en su oración: “Perdona todas sus culpas de palabra, obra o pensamiento, tú que eres un Dios bueno y amigo de los hombres; ninguno que vive está libre de pecado; sólo Tú estás libre de pecado, tu justicia es justicia por siempre y tu palabra es verdad”.
Finalmente, el Cardenal Re asperjó con agua bendita el cuerpo del Papa Francisco y lo incensó, mientras se entonó un responso antes de una oración final.
Así fue el rito de la "ultima commendatio et valedictio" en el Funeral del Papa Francisco

Antes de concluir la Misa, se realizó el rito de último elogio y despedida (Ultima commendatio et valedictio) en el que se hace una última encomienda del alma del Papa Francisco, rogando “a Dios Padre, por medio del Espíritu Santo, que lo acoja en la paz eterna y lo resucite en el último día”.
Tras la invocación de la letanía de los santos, se recitaron de manera consecutiva unas oraciones de encomienda del Pontífice a cargo del Vicario General de la Diócesis de Roma, Cardenal Baldassare Reina, y del Patriarca de Antioquía de los griegos melquitas, Su Beatitud Youssef Absi, junto a los patriarcas, arzobispos mayores y metropolitanos de las Iglesias Católicas Orientales Metropolitanas.
La Oración de Mons. Baldasare fue esta: “Oh, Dios que das la justa recompensa a los trabajadores del Evangelio acoge en tu Reino a tu siervo y nuestro obispo, el Papa Francisco, a quien hiciste sucesor de Pedro y pastor de tu Iglesia y concédele la alegría de contemplar el eterno misterio de la gracia y de la misericordia que sobre la tierra ha dispensado a tu pueblo”.
Por su parte, el oficio de difuntos según el rito bizantino se cantó en griego y en él se incluye la siguiente petición: “Pidamos de nuevo por el descanso del alma de su difunto siervo de Dios, Francisco, Obispo, para que le sean perdonados todos sus pecados y faltas”.
El Patriarca de Antioquia mientras inciensa el féretro con el cuerpo del Papa Francisco, añade en su oración: “Perdona todas sus culpas de palabra, obra o pensamiento, tú que eres un Dios bueno y amigo de los hombres; ninguno que vive está libre de pecado; sólo Tú estás libre de pecado, tu justicia es justicia por siempre y tu palabra es verdad”.
Finalmente, el Cardenal Re asperjó con agua bendita el cuerpo del Papa Francisco y lo incensó, mientras se entonó un responso antes de una oración final.
Retiran el féretro del Papa Francisco de la Plaza de San Pedro, que será trasladado a su sepultura

Al concluir el funeral, se ha procedido al traslado del féretro del Papa Francisco al interior de la Basílica de San Pedro mientras se entonaba el canto del Magníficat y acompañado por los aplausos de los asistentes a la Misa de exequias.
Desde allí, será llevado a la basílica de Santa María la Mayor donde se ha dispuesto su sepultura.
El papamóvil que lleva el féretro del Papa Francisco hasta Santa María la Mayor ya está en marcha

El papamóvil adaptado que trasporta el féretro del Papa Francisco hasta Santa María la Mayor ya está en marcha. Tras el fin de la homilía del funeral que ha celebrado el Cardenal Re en la plaza de San Pedro, el ataúd ha vuelto a la basílica y después ha sido colocado en el papamóvil mientras repicaban las campanas del Vaticano.
La ruta sigue parcialmente el trazado de la antigua Via Papalis, la procesión que hacían antiguamente los pontífices tras ser designados entre San Pedro del Vaticano y la basílica de San Juan de Letrán, catedral de la diócesis de Roma.
El cortejo de Francisco, que supone uno de los mayores retos a nivel organizativo para las autoridades italianas, pasa por delante de lugares tan icónicos como el Coliseo romano.
A su paso, decenas de fieles aplauden y exclaman: "¡Viva el Papa!"
El papamóvil pasó durante su recorrido hasta la basílica de Santa María la Mayor por delante de uno de los lugares más icónicos de Roma: el Coliseo.
En el anfiteatro romano, fue el escenario del Vía Crucis del pasado Viernes Santo en el que por tercer año consecutivo, el Papa Francisco no pudo participar.
La procesión, que también ha pasado por los Foros Imperiales y por la basílica de San Juan de Letrán, llegará a Santa María la Mayor, donde ha querido ser enterrado.
Para encontrar un cortejo similar, hay que remontarse a 1958, cuando el cuerpo sin vida de Pío XII fue trasladado desde la residencia de Castel Gandolfo -donde había fallecido- hasta la Ciudad del Vaticano
Los sediarios transportan el féretro al interior de la basílica de Santa María la Mayor donde será enterrado

Los sediarios transportan el féretro con los restos mortales del Papa Francisco al interior de la basílica de Santa María la Mayor donde será enterrado en el lateral izquierdo del temploa ras de suelo y sin ornamentación particular, según dejó dispuesto en sus últimas voluntades.
La tumba del Pontífice, que está realizada en mármol de Liguria (Italia), de donde proviene su familia, cuenta con la única inscripción “FRANCISCUS” y la reproducción de su cruz pectoral.
Además de custodiar el ícono bizantino Salus Populi Romani, a la que tanta veneración tenía el Papa Francisco, pocos saben, que el español San Ignacio de Loyola eligió esta basílica para celebrar su primera Misa como sacerdote.
Después fundó la Compañía de Jesús, para la que fue muy importante. Durante la reforma protestante el cuadro mariano se convirtió en un símbolo de identidad que dejaba claro la adhesión al Papa.
El Papa Francisco ya descansa junto a la Virgen Salus Populi Romani a la que tanto oró

El ataúd con los restos del Papa Francisco fue depositado este 26 de abril en la Basílica Santa María la Mayor, en una sepultura preparada según los deseos del Pontífice argentino, cuya devoción por la Virgen Salus Populi Romani albergada en este templo, era conocida.
El cortejo fúnebre del Papa Francisco llegó a la Basílica Santa María la Mayor tras recorrer las calles de Roma desde la Plaza de San Pedro, donde fue celebrada la Misa de exequias ante unas 200.000 personas. /Con información de ACI Prensa-