Cómo el método 8-8-8 puede ayudarte a prevenir el estrés y vivir con más equilibrio
Cómo el método 8-8-8 puede ayudarte a prevenir el estrés y vivir con más equilibrio
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Sentirse abrumado por la falta de tiempo y descanso se ha vuelto parte de la vida moderna. Las jornadas extensas, la presión por rendir más y la conexión constante han reducido los espacios para lo esencial: comer sin prisa, dormir lo suficiente, ejercitarse o simplemente disfrutar de no hacer nada. Ese déficit de tiempo de calidad no pasa inadvertido: deja huellas profundas en el cuerpo y en la mente, provocando frustración, vacío e insatisfacción.

Mientras las oportunidades para el autocuidado y la conexión humana se diluyen, crece el desgaste físico y mental. No se trata solo de cansancio: es una fatiga emocional que mina la motivación, el equilibrio y hasta la salud. Por eso, los expertos coinciden en que recuperar el balance entre trabajo, descanso y vida personal ya no es un lujo, sino una urgencia.

Frente a este desafío, surge el método 8-8-8, una propuesta sencilla pero poderosa para reorganizar la vida diaria: ocho horas para trabajar, ocho para descansar y ocho para uno mismo. Una división que parece obvia, pero que en la práctica requiere consciencia, disciplina y, sobre todo, la decisión de priorizar el bienestar.

La psicóloga Analía Tarasiewicz, especializada en problemas del trabajo, advierte sobre un fenómeno creciente: la sisifemia, una forma de agotamiento laboral que empuja a las personas a trabajar sin límites, como si el esfuerzo nunca fuera suficiente. “Es una obsesión que deriva en jornadas interminables, falta de sueño, ausencia de ocio y deterioro en las relaciones personales”, explica. “Como en el mito de Sísifo, el trabajador siente que, por más que empuje la piedra, siempre vuelve a empezar desde cero”.

Esa repetición sin descanso termina afectando no solo el ánimo, sino también la salud física y emocional. Según Tarasiewicz, prevenir este estado requiere aprender a poner límites, delegar, gestionar el tiempo y reservar momentos reales de desconexión. El descanso, recuerda, no es una pérdida de tiempo, sino una forma de mantener la energía y la salud mental.

En esa misma línea, el especialista Tony Schwartz, CEO de The Energy Project, sostiene que la clave no está en cuántas horas trabajamos, sino en la energía que aportamos a cada hora. “Los seres humanos estamos diseñados para alternar entre gastar y renovar energía. Mantenernos en equilibrio implica recargarla de manera consciente”, afirma.

El método 8-8-8 se apoya en ese principio natural. Propone tres bloques que, bien aprovechados, pueden transformar la rutina:

  • Ocho horas de trabajo, enfocadas en las tareas más relevantes y libres de distracciones, priorizando la eficiencia por encima de la cantidad.
  • Ocho horas de tiempo personal, para actividades que nutran el cuerpo y el espíritu —desde el ejercicio y la lectura hasta compartir con la familia o simplemente descansar la mente—.
  • Ocho horas de sueño, las imprescindibles para que el organismo se repare y la mente recupere claridad.

De acuerdo con la Fundación del Sueño de Estados Unidos, dormir entre siete y nueve horas por noche mejora la memoria, la concentración, el estado de ánimo, fortalece el sistema inmunitario y reduce el riesgo de enfermedades crónicas. No se trata solo de dormir más, sino de dormir mejor.

En un mundo que premia la productividad por encima del bienestar, el método 8-8-8 nos recuerda algo esencial: vivir bien no es trabajar sin descanso, sino aprender a equilibrar el hacer con el ser. Encontrar ese balance no solo previene el agotamiento, sino que devuelve sentido, energía y plenitud a cada día.

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