A casi un cuarto de siglo del estreno de Gladiador, Russell Crowe vuelve a mirar al pasado para cuestionar el rumbo de su secuela. Aunque no forma parte del nuevo proyecto dirigido por Ridley Scott, el actor que dio vida a Maximus Decimus Meridius no oculta su desacuerdo con la visión que sostiene Gladiador 2, una película que según él se distancia del corazón de la obra original.
“No entendieron qué hizo especial a Gladiador”
En conversación con Triple J, Crowe recordó que, durante el rodaje de Gladiador, su mayor desafío no fue físico, sino creativo: preservar la integridad moral de Maximus, un hombre guiado por el amor a su familia asesinada.
“El asunto es que cada día había que luchar para mantener el núcleo moral del personaje”, explicó. “En varias ocasiones se sugirieron escenas de sexo para Maximus, y yo pensaba: ‘¿Cómo? ¿Me dices que, sintiendo ese vínculo tan profundo con su esposa, estaría con otra mujer? Es absurdo’”.
Esa convicción la del guerrero movido por el duelo, el honor y la promesa de venganza fue, insiste, la fuerza emocional que sostuvo la película y la convirtió en un fenómeno cultural.
Por eso, la secuela lo desconcierta. Gladiador 2 presenta un giro que altera el legado de su personaje: la revelación de un romance entre Maximus y Lucilla (Connie Nielsen), del cual habría nacido Lucius, el protagonista de la nueva historia, interpretado por Paul Mescal.
Para Crowe, este cambio erosiona la esencia misma de Gladiador: “La reciente secuela es un ejemplo claro de que quienes la desarrollaron no comprendieron qué hizo especial a la primera. No era la espectacularidad ni la acción. Era el núcleo moral.”
Un proyecto del que no fue consultado
Crowe confirmó además que nadie del equipo creativo de la secuela buscó conocer su perspectiva o pedir su consejo. “Si lo hubieran hecho, quizá habría protestado contra la idea de presentar a Lucius como hijo de Maximus”, dijo, con franqueza.
Y aclara algo que, según él, debería estar más que entendido: Maximus está muerto. “No tiene nada que ver conmigo. En esa historia, estoy muerto y enterrado seis pies bajo tierra”, comentó, casi riendo.
Aun así, reconoce la ironía de que siga siendo una referencia indispensable cada vez que se menciona la franquicia: “Deberían estarme pagando por la cantidad de preguntas que respondo sobre una película en la que ni siquiera participo”.
Entre la crítica y la nostalgia
Crowe admite que hablar de Gladiador remueve algo más que opiniones: despierta una nostalgia inevitable. Aquel papel definió su carrera, le dio un Oscar y lo convirtió en uno de los actores más admirados del mundo.
“Sí, hay un cierto tinte de celos”, confesó. “Me recuerda a cuando era más joven y lo que todo esto significó para mí”.
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