Incorporar frutos secos en la alimentación diaria puede convertirse en un gesto sencillo con un impacto profundo en la salud. Así lo destaca la Escuela de Salud Pública de Harvard, que reconoce a estos alimentos como pequeñas concentraciones de nutrientes esenciales capaces de proteger el corazón, el cerebro y el bienestar integral.
Más allá de ser un snack práctico, los frutos secos aportan grasas saludables, proteínas y fibra, además de vitaminas, minerales y antioxidantes que intervienen en funciones clave del organismo: desde regular el colesterol y controlar el apetito hasta fortalecer las defensas. Para aprovechar plenamente estos beneficios, Harvard insiste en elegir siempre opciones naturales o tostadas, sin sal, azúcares añadidos ni aditivos.

Un aliado completo para el corazón y el metabolismo
Los frutos secos son ricos en ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados, ideales para reducir el colesterol LDL y mejorar la salud cardiovascular. Su combinación de fibra y proteínas prolonga la saciedad y facilita un mejor control del peso, mientras que micronutrientes como la vitamina E, el magnesio y el selenio actúan como protectores frente al estrés oxidativo y el envejecimiento celular.
Harvard, junto a especialistas de Women’s Health, recomienda consumir entre 20 y 30 gramos al día, una porción pequeña pero suficiente para generar un cambio positivo a largo plazo. En particular, las nueces se destacan por su aporte de grasas omega-3, que favorecen la salud cerebral, ayudan a prevenir el deterioro cognitivo y reducen el riesgo de enfermedades neurodegenerativas.
Además, estudios de Harvard asocian su consumo habitual con una menor incidencia de diabetes tipo 2 y otros trastornos metabólicos. Su densidad nutricional las convierte en una opción ideal para quienes requieren un aporte energético equilibrado, como deportistas o personas con rutinas muy activas.}
Bienestar emocional y equilibrio alimentario
Los especialistas subrayan que consumir frutos secos en su forma natural, y en cantidades moderadas, potencia la saciedad y ayuda a disminuir la ansiedad alimentaria, reduciendo la dependencia de productos ultraprocesados. Este hábito, sostenido en el tiempo, puede favorecer un envejecimiento más saludable, más energía cotidiana y un control del peso más estable.}
Cómo integrarlos fácilmente al día a día
Harvard propone incluirlos en distintos momentos del día: mezclados con yogur, ensaladas o cereales; combinados con frutas; como base de salsas; o simplemente como un snack nutritivo. También pueden formar parte de mezclas caseras con semillas y frutas deshidratadas, barritas energéticas o como topping para sopas y cremas. Su versatilidad permite disfrutar de ellos sin caer en la monotonía.
La clave está en elegir siempre frutos secos crudos o tostados y evitar las versiones industrializadas con sal o azúcar añadida. Así se garantiza un aporte equilibrado de energía y nutrientes, sin exceso calórico.
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