De la concentración a la distracción: el efecto de las redes sociales en la mente
De la concentración a la distracción: el efecto de las redes sociales en la mente
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El ascenso vertiginoso de plataformas como Instagram o TikTok, sumado al ritmo acelerado del mundo digital, ha transformado profundamente la forma en que funciona nuestro cerebro. La capacidad de atención ese recurso tan valioso como frágil parece ser la más afectada. La gran pregunta es inevitable: ¿estos cambios son irreversibles o aún existe la posibilidad de entrenar la mente para volver a concentrarse?

De acuerdo con especialistas consultados por Newsweek, la respuesta es alentadora. La concentración no se pierde para siempre, aunque sí se desgasta con facilidad. Marian Berryhill, profesora de psicología en la Universidad de Nevada, lo resume con claridad: “Los lapsos de atención están reduciéndose, pero los seres humanos somos resilientes y podemos cambiar”. Para ella, la tecnología moldeó nuestras expectativas hacia estímulos breves y recompensas inmediatas, pero basta con modificar los hábitos para redescubrir una atención más profunda y sostenida.

La investigadora Gloria Mark, de la Universidad de California, ha estudiado durante dos décadas cómo las pantallas impactan en la mente. Sus hallazgos son contundentes: el promedio de tiempo que una persona puede concentrarse en una tarea pasó de dos minutos y medio en 2004 a apenas 47 segundos entre 2016 y 2020. La hiperconectividad, las notificaciones y la multitarea redujeron los períodos de enfoque y fragmentaron la experiencia mental.

Los expertos distinguen dos grandes fuentes de distracción: la interna (pensamientos, emociones, preocupaciones) y la externa (luces, sonidos, alertas). Ambas son parte natural de la vida, pero en la era digital se multiplican y generan fatiga. Como explica Stephanie Lewis, directora de Epiphany Wellness, la atención “no se destruye, se agota”. Es decir, el cerebro conserva intacta su capacidad de recuperación, aunque requiere descanso y entrenamiento.

El riesgo más inmediato, advierte Brian Bovee, profesor en la Universidad Bautista de California, es la pérdida de lo que llama “concentración profunda”: periodos prolongados de atención ininterrumpida. Hoy la mente trabaja a ráfagas, interrumpida una y otra vez por notificaciones. Para revertirlo, recomienda espacios libres de pantallas, actividades analógicas como leer en papel o escribir a mano, y prácticas contemplativas que fortalezcan la paciencia mental.

La psicóloga Nicole Issa sugiere además pequeñas rutinas restauradoras: pasar al menos 15 minutos al día en contacto con la naturaleza, observar imágenes relajantes como agua en movimiento, hacer pausas conscientes durante la jornada y reducir el tiempo en redes sociales. Estrategias simples, pero capaces de reequilibrar la atención en medio de la sobrecarga digital.

La conclusión de los especialistas es clara: aunque la concentración se fragmenta y fatiga bajo la presión de los estímulos digitales, no desaparece. Gracias a la plasticidad cerebral, el ser humano tiene la posibilidad de reencontrar su foco mediante hábitos saludables, pausas estratégicas y desconexión consciente. Cultivar la atención en la era digital no es solo un desafío: es una oportunidad para demostrar la resiliencia de nuestra mente y volver a habitar el presente con claridad y propósito.