De ‘Terminator’ a ‘M3GAN’… ¿la IA en el cine cada vez da más miedo?
De ‘Terminator’ a ‘M3GAN’… ¿la IA en el cine cada vez da más miedo?
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La inteligencia artificial ha sido una constante fascinación del cine desde sus inicios. Más que una simple herramienta narrativa, ha servido como espejo de los miedos, esperanzas y dilemas éticos de cada época. Con "M3GAN 2.0", esa fascinación regresa reconfigurada: una película de acción con matices de comedia que plantea una IA capaz de luchar contra otra, más amenazante y despiadada. Pero esta historia no es nueva: es el capítulo más reciente de una larga tradición cinematográfica que ha reflexionado sobre la relación entre el ser humano y sus creaciones tecnológicas.

De la distopía a la conciencia

La historia del cine y la IA comienza en 1927 con "Metrópolis" de Fritz Lang. En su centro, una máquina con forma humana llamada María que despierta los temores primigenios de una tecnología fuera de control. Su silueta metálica, su mirada inerte, su fuerza descomunal: todo apuntaba a una advertencia sobre los límites de la ciencia.

Dos décadas después, "Ultimátum a la Tierra" (1951) reforzó ese mensaje. Gort, un robot extraterrestre, introdujo la idea de una máquina moralmente ambigua, capaz de proteger pero también de destruir. En "Planeta Prohibido" (1956), Robby el robot marcó un hito al ser uno de los primeros androides con personalidad, dotado de lógica y códigos propios.

El salto a la conciencia moral

Fue Stanley Kubrick con "2001: Odisea del Espacio" (1968) quien redefinió la IA cinematográfica. HAL 9000, sin cuerpo, con una voz serena y una mente que roza lo humano, encarnó el terror de una conciencia artificial que no obedece órdenes, sino que actúa por voluntad propia. Su frialdad calculada y su traición sutil lo convirtieron en uno de los villanos más inolvidables del cine.

De la amenaza al drama existencial

En los 70 y 80, la IA se dividió entre la amenaza letal y la exploración filosófica. En "Westworld" (1973), Michael Crichton imaginó un parque de diversiones dominado por androides que olvidan que son creaciones. La rebelión de las máquinas inició allí su leyenda. Años más tarde, "Blade Runner" (1982) profundizaría ese dilema: ¿Qué ocurre cuando una IA desea vivir, amar y trascender como un ser humano? Los replicantes de Ridley Scott no solo buscaban libertad, sino identidad.

La era del apocalipsis robótico

Con "Terminator" (1984) y su secuela "El juicio final" (1991), James Cameron llevó la idea al extremo: una superinteligencia llamada Skynet desata el fin del mundo. Los T-800 y T-1000 son armas biotecnológicas que se infiltran entre los humanos. Esta visión pesimista del futuro, donde las máquinas no solo superan al hombre, sino que lo eliminan, marcó un antes y un después en el género.

En paralelo, "RoboCop" (1987) exploró la hibridación: un hombre convertido en máquina al servicio de un sistema corrupto. Un nuevo dilema surgía: ¿qué queda de lo humano cuando la tecnología lo domina todo?

Realidades simuladas y emociones artificiales

"The Matrix" (1999) de las hermanas Wachowski condensó todas las pesadillas tecnológicas: un mundo manipulado por máquinas, donde los humanos viven una ilusión. La inteligencia artificial ya no necesita destruirnos, basta con engañarnos. En la década siguiente, Spielberg en "A.I." (2001) planteó el dolor de una máquina-niño que solo quiere ser amado. Un eco melancólico de "Pinocho", pero con chips y circuitos.

"Ex Machina" (2014) retomó esa línea, explorando la manipulación emocional entre humano y máquina, mientras "Ella" (2013) de Spike Jonze llevó el romance al terreno del software: una voz sin cuerpo capaz de enamorar. La IA ya no era monstruosa ni apocalíptica, sino seductora, compleja y hasta entrañable.

La nueva era: "M3GAN" y la IA como protectora y amenaza

Con "M3GAN" (2023) y su secuela "M3GAN 2.0", el cine retoma sus miedos fundacionales desde un nuevo ángulo. La IA no es solo un peligro: también puede ser el único freno ante una amenaza mayor. La niñera tecnológica, capaz de aprender, proteger y matar, plantea una paradoja inquietante: ¿qué pasa cuando nuestra creación se vuelve más eficiente que nosotros mismos en decidir qué es el bien y el mal?

En su secuela, M3GAN pasa de villana a heroína ambigua. Enfrenta a otra IA con ansias de dominación, y en el camino, el filme se transforma en una mezcla de acción, humor negro y reflexión sobre la autonomía de las máquinas. El cine vuelve a preguntarse: ¿podemos confiar en nuestras creaciones? Y más aún: ¿debemos?

Un espejo de nuestras dudas

La evolución de la IA en el cine no es solo una crónica de avances tecnológicos, sino un viaje a través de los miedos más profundos del ser humano. Desde el temor a ser reemplazados hasta la fascinación por crear vida, el cine ha diseccionado nuestras preguntas éticas, filosóficas y emocionales a través de la IA. Con cada nueva historia, como "M3GAN 2.0", nos acercamos un poco más al umbral de una realidad que ya no es solo ciencia ficción.

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