Disney vuelve a brillar: Zootrópolis 2 se convierte en su mejor estreno en años
Disney vuelve a brillar: Zootrópolis 2 se convierte en su mejor estreno en años
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Han pasado diez años desde que Zootrópolis conquistó al mundo y se convirtió en uno de los grandes clásicos modernos de Disney. Una década en la que la animación cambió, el público cambió y Disney también. En medio de un panorama cargado de secuelas, llega finalmente Zootrópolis 2 (Zootopia 2), una apuesta que devuelve a la gran pantalla a Judy Hopps y Nick Wilde con una misión tan ambiciosa como la primera: hacer reír, emocionar y, sobre todo, recordar por qué esta historia marcó a una generación.

En esta nueva entrega, los dos agentes más queridos de la metrópolis animal se enfrentan a un caso que sacude los cimientos de la convivencia cuando Gary Serpiéntez irrumpe en la ciudad sembrando caos. Para detenerlo, Judy y Nick deberán infiltrarse en territorios inéditos de Zootrópolis, lugares vibrantes y peligrosos donde su amistad y su capacidad de trabajar juntos se verá desafiada como nunca. La aventura, de ritmo vertiginoso, pone en juego nuevamente el frágil equilibrio de una sociedad diversa que intenta vivir en armonía.

Disney recupera el pulso. Zootrópolis 2 entrega una secuela que, aunque repite la fórmula ganadora, la ejecuta con mayor soltura, precisión y una energía que contagia. La película es un torbellino de humor, acción y ternura, logrando lo que pocas secuelas animadas alcanzan: ser tan disfrutable como la original. Puede que no busque reinventarse, pero sí perfeccionar aquello que ya funcionaba, y lo hace con una gracia que la convierte en uno de los estrenos más sólidos de Disney en lo que va de siglo.

La primera película dejó un listón altísimo: más de 682 millones de dólares en taquilla, un 98% de aprobación crítica en Rotten Tomatoes y un Oscar y Globo de Oro a Mejor Película Animada. La secuela llega con un peso enorme sobre los hombros, pero Disney no intenta cambiar lo que ya se ganó el corazón del público. En vez de eso, apuesta por honrar esa esencia: estructura familiar, humor reconocible, un nuevo caso que desnuda tensiones sociales y el mismo carisma imbatible de Judy y Nick.

Sí, la propuesta sacrifica originalidad. Pero después de una década, el regreso se siente más como un reencuentro que como una repetición. Zootrópolis 2 pule la fórmula y la lleva a otro nivel: más dinamismo, más aventura, más comedia, y un mundo aún más expansivo y vibrante.

Uno de los grandes aciertos de esta secuela es su capacidad para hablarle a los niños sin dejar de mirar a los adultos. Entre líneas humorísticas, la historia plantea temas profundos: opresión, racismo, elitismo, convivencia y miedo al “otro”. La inclusión de los reptiles como nueva especie protagonista permite metáforas tan poderosas como sutiles, una reflexión social envuelta en humor, colores y personajes memorables. Todo sin perder la esencia emocional: un relato sobre empatía, amistad y la fuerza de las diferencias.

La química entre Judy y Nick sigue siendo el corazón de la película. Sus diálogos, miradas cómplices y desencuentros los consolidan como una de las parejas más queridas del cine animado reciente. Los nuevos personajes aportan frescura, algunos con especial chispa, y pese a que no todos destacan por igual, ninguno queda completamente eclipsado.

En cuanto al humor, Zootrópolis 2 es una auténtica fiesta. La comedia es rápida, ingeniosa y visualmente brillante; desde guiños afilados hasta secuencias que podrían convertirse instantáneamente en memes. Los fans del cine disfrutarán cazando homenajes y referencias, escondidas con cariño a lo largo de toda la historia.

En definitiva, Zootrópolis 2 es una secuela que demuestra que Disney todavía sabe conectar con el público cuando combina corazón, risa y una narrativa inteligente. No pretende reinventar la rueda, pero sí recordarnos por qué esta historia se ganó un lugar tan especial. Es divertida, emotiva, visualmente deslumbrante y perfecta para disfrutar en familia. Después de verla, uno solo puede pensar que Judy y Nick tienen cuerda para rato. Y si regresaran cada cinco años, nadie se quejaría.

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