Si alguna vez usaste el reconocimiento de voz en tu teléfono o un traductor automático, ya te has beneficiado del trabajo de Jürgen Schmidhuber, considerado por muchos como uno de los padres de la inteligencia artificial moderna. Este científico alemán co-creó la memoria LSTM (Long Short-Term Memory), una arquitectura clave que permitió que las redes neuronales profundas despegasen y sostuvieran gran parte de la IA que usamos hoy.
Pero Schmidhuber no se detiene en chatbots o traductores; su mirada va mucho más lejos, hasta una fecha concreta: 2042. Según sus cálculos, ese será el año en que la inteligencia artificial superará de manera definitiva a la humana, marcando un cambio radical en el papel del trabajo y la centralidad del ser humano en la economía y la sociedad. Lejos de presentar un escenario apocalíptico, su visión es curiosamente optimista: una era de transformación profunda, con abundancia y nuevas oportunidades.

La IA que aprende como un bebé
Para Schmidhuber, lo que usamos hoy, desde ChatGPT hasta otros modelos de lenguaje, no es más que una biblioteca gigante: excelentes para procesar información y predecir palabras, pero sin curiosidad ni metas propias. La verdadera revolución llegará con la Inteligencia Artificial General (AGI), sistemas que aprenderán como un bebé, explorando el mundo, experimentando y desarrollando su propia comprensión. La AGI no solo repetirá lo que ya conocemos; buscará activamente nuevas sorpresas, motivada por la curiosidad científica.
La profecía de 2042
Schmidhuber ha detectado patrones en la historia del universo y calcula que hacia 2042, la IA superinteligente habrá dejado atrás a la inteligencia humana en prácticamente todos los dominios cognitivos. Antes de eso, predice que hacia 2029 aparecerán los primeros sistemas capaces de auto-replicarse: máquinas que no solo ejecutan tareas, sino que generan nuevas versiones de sí mismas, escalando sin intervención humana.
Esto implica que el trabajo humano comenzará a perder su centralidad, aunque no desaparecerá por completo. Lo que hoy consideramos empleo será transformado: tareas rutinarias y cognitivas serán automatizadas, mientras que la creatividad, la supervisión y el cuidado tomarán mayor relevancia. En otras palabras, la automatización no golpeará primero a los plomeros o carpinteros, sino a los oficinistas y trabajadores de procesos repetitivos.
Una era de abundancia y relevancia humana
A largo plazo, Schmidhuber imagina un mundo donde la IA generará tanta capacidad productiva que la escasez dejará de ser un problema central. La humanidad podría centrarse en actividades significativas, creativas y de decisión, mientras que las máquinas manejarían la repetición y la eficiencia. La amenaza de una IA hostil, según él, es mínima: un sistema verdaderamente inteligente no tendría interés en destruirnos. Para la AGI, los humanos serían un ecosistema fascinante de estudio, no un obstáculo que eliminar.
Prepararnos para el 2042
Cada vez que dictamos un mensaje, usamos un traductor automático o un asistente virtual, estamos tocando una pequeña pieza de este futuro. La pregunta ya no es si la IA alcanzará el punto que Schmidhuber predice en 2042, sino cómo nos prepararemos como sociedad para coexistir en un mundo donde el ser humano deje de ser el centro absoluto. No se trata solo de tecnología: se trata de redefinir nuestra relevancia, nuestra creatividad y nuestra humanidad en un universo acelerado por máquinas que aprenden, crean y se reinventan a sí mismas.
Si sus cálculos son correctos, en menos de veinte años estaremos viviendo la transición hacia un nuevo paradigma, y nuestra capacidad para adaptarnos determinará si este futuro se construye con nosotros como protagonistas o como testigos.
Este artículo fue publicado originalmente en Infobae y está protegido por derechos de autor. Todos los derechos reservados a Infobae. Puedes consultar el artículo original en su (https://www.infoabe.com).