El teléfono fijo vuelve a escena como alternativa en la crianza digital
El teléfono fijo vuelve a escena como alternativa en la crianza digital

Lo que parecía un recuerdo nostálgico de los hogares del pasado, está resurgiendo como un movimiento con propósito: el regreso del teléfono fijo. Cada vez más padres, preocupados por los efectos de la hiperconexión en la infancia, están recurriendo a esta herramienta “vieja” para ofrecer a sus hijos un espacio de comunicación más seguro, simple y humano. Lo que inició como anécdotas aisladas en redes sociales se ha convertido en comunidades organizadas, iniciativas académicas e incluso startups que reinventan el teléfono fijo para adaptarlo a las nuevas generaciones.

Una respuesta a la infancia hiperconectada

La alarma sobre los riesgos de la sobreexposición digital en niños y adolescentes tomó más fuerza tras la publicación del libro La generación ansiosa (2024), del psicólogo Jonathan Haidt. Su investigación, basada en años de estudios, advierte que a mayor tiempo frente a las pantallas, mayor es la incidencia de ansiedad, depresión e incluso autolesiones en jóvenes. Sus palabras encontraron eco en padres como Caron Morse, en Maine (EE.UU.), quien al regalarle un teléfono fijo a su hija por su cumpleaños desencadenó sin querer un movimiento local, hoy conocido como Landline Kids.

La simpleza que educa

Los defensores de esta vuelta sostienen que el teléfono fijo ayuda a rescatar habilidades sociales que las pantallas suelen erosionar: la escucha activa, la empatía, la capacidad de sostener una conversación o incluso el simple acto de memorizar números. Jonathan Haidt celebró la creatividad de quienes buscan que los niños tengan una “infancia real”, mientras que la escritora Emma Brockes, desde The Guardian, lo resumió con ironía: contestar un teléfono fijo es como jugar a la ruleta rusa, nunca sabes quién estará al otro lado, y esa pequeña incertidumbre es parte del aprendizaje social.

Innovación con esencia retro

Lo que empezó en hogares pronto llamó la atención del mundo tecnológico. En 2022, la startup Tin Can Kids, con sede en Seattle, lanzó coloridos teléfonos fijos inspirados en el juego infantil de las latas unidas por un cordel. Con un precio cercano a los 75 dólares, estos dispositivos combinan estética retro con funciones modernas mediante chips celulares o WiFi. La propuesta conquistó a padres y atrajo inversionistas: la compañía ya suma más de 3 millones de dólares en capital de riesgo. Para su fundador, Chet Kittleson, que se cansó de ser “operador telefónico” de su hijo de ocho años, este rediseño devuelve independencia a los niños y tranquilidad a las familias.

Una alternativa para un futuro más equilibrado

El regreso del teléfono fijo no es un simple capricho vintage. Para muchos padres, es un acto de resistencia frente a un modelo de crianza marcado por la omnipresencia de las pantallas. Al depender solo de la voz, los niños desarrollan habilidades como la claridad al expresarse, la cortesía en la comunicación y la capacidad de interpretar tonos y emociones. Organizaciones como New Canaan Unplugged recomiendan incluso crear espacios específicos en el hogar para fomentar este tipo de interacciones sin distracciones digitales.

Lejos de representar un retroceso, el teléfono fijo se perfila como un símbolo de equilibrio: una herramienta sencilla que devuelve a los niños un poco de independencia, a los padres algo de tranquilidad, y a la infancia un aire más auténtico en medio de un mundo que nunca se desconecta.

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