Hipoglucemia: por qué ocurre y cómo evitarla
Hipoglucemia: por qué ocurre y cómo evitarla
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La glucosa —o azúcar en sangre— es el combustible vital de nuestras células, especialmente del cerebro. En condiciones normales, el organismo mantiene sus niveles bajo control gracias a un delicado equilibrio entre hormonas como la insulina y el glucagón. Sin embargo, cuando este mecanismo se altera, pueden presentarse dos extremos peligrosos: la hipoglucemia (niveles bajos de glucosa) y la hiperglucemia (niveles altos). Ambos escenarios, aunque distintos, comparten la capacidad de afectar la salud de forma significativa, desde molestias pasajeras hasta complicaciones graves.

Expertos de Mayo Clinic explican que las personas con diabetes, sobre todo quienes utilizan insulina o medicamentos hipoglucemiantes, tienen mayor riesgo de experimentar bajones de azúcar. Pero no es exclusivo de ellas: saltarse comidas, realizar ejercicio intenso sin la nutrición adecuada, errores en las dosis de medicación, el consumo de alcohol o enfermedades intercurrentes también pueden desencadenar hipoglucemias. La clave está en aprender a reconocerlas, tratarlas a tiempo y, sobre todo, prevenirlas.

En el otro extremo, la hiperglucemia puede avanzar de manera silenciosa. Cuando los niveles de glucosa permanecen altos durante demasiado tiempo, los vasos sanguíneos, los nervios, los riñones, los ojos y otros órganos vitales comienzan a sufrir un desgaste que compromete la calidad y la esperanza de vida. Por ello, tanto los bajones como los picos de azúcar requieren atención médica, seguimiento constante y cambios en el estilo de vida.

Cómo prevenir la hipoglucemia
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda medidas sencillas y eficaces:

  • Planificación de comidas: no saltarse tiempos de comida y procurar un balance adecuado de carbohidratos, proteínas y grasas. Comer cada pocas horas ayuda a mantener un flujo estable de energía.
  • Monitoreo de la glucosa: usar medidores o sistemas continuos permite anticiparse a descensos peligrosos y ajustar alimentación o tratamiento según el nivel de actividad física o la medicación.
  • Kit de rescate: llevar siempre a mano jugo, tabletas de glucosa, miel o caramelos duros para corregir rápidamente un bajón. En casos de riesgo, contar con glucagón recetado y enseñar a familiares cómo aplicarlo.

Reconocer los síntomas
Los signos tempranos incluyen temblores, sudor frío, palpitaciones, hambre repentina, mareos, irritabilidad o confusión. Algunas personas, tras episodios repetidos, pueden dejar de percibir las señales de alerta: lo que se conoce como “hipoglucemia inadvertida”, un riesgo mayor porque los síntomas aparecen ya en etapas graves. Confirmar con una medición es esencial: una lectura por debajo de 70 mg/dL (o el umbral definido por el médico) indica hipoglucemia, mientras que valores por debajo de 54 mg/dL corresponden a casos severos que pueden causar convulsiones, desmayos o requerir asistencia externa.

Cómo actuar ante un bajón
Los carbohidratos simples de acción rápida son la mejor opción. Jugo de frutas, refrescos regulares (no dietéticos), miel, caramelos o tabletas de glucosa se absorben rápido y elevan el azúcar en minutos. Se recomienda la regla del 15-15: ingerir 15 gramos de carbohidratos, esperar 15 minutos y volver a medir. Si la glucosa no sube, repetir la dosis. Posteriormente, acompañar con proteína o grasa para mantener la estabilidad.

¿Y qué ocurre cuando el azúcar está alto?
Cuando la glucosa sobrepasa lo normal, los síntomas pueden aparecer de forma gradual: sed excesiva, ganas frecuentes de orinar, cansancio, visión borrosa o hambre aumentada. Si se prolonga, el exceso de azúcar daña lentamente órganos y tejidos, aumenta las infecciones y deteriora la respuesta inmunitaria. En casos graves y repentinos, puede desencadenar emergencias médicas como la cetoacidosis diabética o el síndrome hiperglucémico hiperosmolar, que ponen en riesgo la vida y requieren atención inmediata.

Un equilibrio vital
La salud metabólica depende de mantener un delicado balance. La hipoglucemia priva al cerebro y a las células de su fuente de energía; la hiperglucemia, con el tiempo, erosiona órganos y sistemas. Ambas son señales que no deben ignorarse. Conocer sus causas, reconocer los síntomas y actuar a tiempo no solo salva vidas, también devuelve a las personas la tranquilidad de vivir cada día con mayor seguridad y bienestar.

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