La inteligencia artificial reduce las oportunidades laborales para quienes buscan su primer empleo
La inteligencia artificial reduce las oportunidades laborales para quienes buscan su primer empleo

La revolución de la inteligencia artificial está dejando una marca profunda no solo en la forma en que trabajamos, sino también en quién puede trabajar. En países como el Reino Unido, los empleos pensados para quienes buscan dar su primer paso en el mercado laboral están desapareciendo. Pasantías, cargos administrativos junior y otras funciones básicas, esenciales para formar nuevos talentos, están siendo sustituidas por algoritmos.

Según datos de la plataforma Adzuna citados por The Times, las vacantes de nivel inicial cayeron un 31,9 % desde fines de 2022, una fecha clave en la cronología de esta transformación: el auge de herramientas como ChatGPT. Lo que comenzó como una innovación técnica se ha convertido rápidamente en una alternativa a los trabajadores sin experiencia. Hoy, solo una cuarta parte de las ofertas laborales está destinada a perfiles sin formación universitaria, frente al 29 % que representaban hace apenas dos años.

El impacto no es parejo, pero sí preocupante. Sectores como comercio minorista, logística, administración y contabilidad han visto una reducción drástica en las vacantes junior: en retail, la caída alcanza el 78,2 %. Incluso la industria tecnológica, motor del avance digital, ha recortado un 54,8 % de sus puestos para desarrolladores novatos o técnicos en formación. ¿La razón? Las tareas básicas ya no necesitan de una persona: las ejecutan software, asistentes virtuales y sistemas automatizados.

Esta tendencia revela una paradoja inquietante. La IA, pensada para ampliar horizontes, está cerrando puertas justo a quienes más necesitan abrirlas: los jóvenes sin experiencia previa. Para muchas empresas, sumar talento en formación se ha vuelto un lujo. Las presiones económicas como el aumento del salario mínimo o las contribuciones al seguro social se suman a la lógica empresarial que ve más rentable recurrir a herramientas que no se enferman, no piden vacaciones ni requieren entrenamiento.

James Neave, jefe de ciencia de datos en Adzuna, lo resumió con crudeza: “Muchas compañías ya no ven valor en contratar a alguien que aún está aprendiendo”. Pero los empleos de entrada no son solo trabajos, son aulas reales. Espacios donde se aprende haciendo, donde se puede errar sin consecuencias fatales, donde nace el oficio y la vocación.

La amenaza no es solo para el presente. Si desaparecen los escalones más bajos, ¿cómo escalarán las próximas generaciones? La movilidad social, el desarrollo de habilidades y el futuro profesional de millones están en juego. En esta transición silenciosa y acelerada, el mayor riesgo no es que la IA haga el trabajo, sino que lo haga antes de que alguien haya tenido la oportunidad de aprenderlo.

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