El dolor de espalda se ha convertido en una constante para millones de personas en todo el mundo. Y, aunque muchos lo atribuyen al cansancio o a la edad, la Dra. Sherry McAllister, presidenta de la Fundación para el Progreso Quiropráctico (F4CP) de Estados Unidos, advierte que su origen suele estar en hábitos cotidianos que pasamos por alto.

En conversación con Hello Magazine, la especialista explica que pequeñas acciones realizadas día tras día pueden provocar microdesalineaciones en la columna vertebral. Al no corregirse a tiempo, estas alteraciones se transforman en molestias persistentes e incluso en lesiones graves. Por eso, McAllister insiste en la importancia de la prevención, la atención consciente del cuerpo y el autocuidado.
La quiropráctica recuerda que la columna es más que una estructura rígida: es el eje que sostiene el cuerpo y protege al sistema nervioso central, responsable de coordinar todo lo que hacemos. “No es solo una columna de huesos, es una autopista de información”, asegura. Mantenerla alineada facilita el movimiento, la respiración, la digestión y la capacidad de recuperación; cuando se altera, todo el organismo lo resiente.
Los hábitos que dañan la espalda… sin darnos cuenta
Para McAllister, uno de los principales enemigos de la salud vertebral es el sedentarismo. Permanecer sentado durante más de 45 minutos reduce la circulación, tensa los flexores de la cadera y debilita los músculos que estabilizan el cuerpo, generando presión en la columna y sus curvas naturales.
A esto se suman la mala postura, el uso de bolsos pesados especialmente de un solo lado, posiciones inadecuadas al dormir y el creciente uso de dispositivos electrónicos. Incluso inclinar la cabeza unos grados hacia adelante puede triplicar la carga sobre el cuello y la parte superior de la espalda.
El estrés también juega un papel silencioso: provoca respiración superficial, eleva la tensión muscular y altera la postura casi sin que lo percibamos. Y cuando a esto se agrega la inactividad, los músculos estabilizadores se debilitan aún más, dificultando el movimiento fluido y saludable.
Cómo proteger la columna y prevenir el dolor
La especialista recomienda adoptar tres pilares básicos para cuidar la columna: alineación corporal, movimiento frecuente y fortalecimiento del sistema nervioso.
Sugiere levantarse y moverse cada 30 a 45 minutos para evitar rigidez y estimular la circulación. También promueve ejercicios sencillos como puentes de glúteos, planchas laterales, perro–pájaro y caminatas breves, los cuales fortalecen el core, los glúteos y los pies, tres zonas esenciales para prevenir lesiones.
Las visitas periódicas al quiropráctico pueden ayudar a detectar desequilibrios posturales, revisar la ergonomía y corregir tensiones acumuladas antes de que se transformen en dolor.
La higiene del sueño es otra pieza clave. Un colchón firme y una almohada adecuada permiten mantener la curva natural del cuello y reducir la tensión en los músculos, favoreciendo un descanso reparador y una mayor alineación vertebral.
El rol de la nutrición en la salud de la columna
Una alimentación rica en vitamina D3, vitamina K2, magnesio, omega-3, colágeno y vitamina C contribuye a fortalecer los huesos, las articulaciones y el tejido conectivo. La especialista aclara, sin embargo, que ningún suplemento reemplaza los efectos positivos de moverse con regularidad y mantener una buena alineación corporal.
La Dra. McAllister concluye que el bienestar de la espalda depende de integrar movimiento, equilibrio postural y un sistema nervioso saludable. Tres elementos simples pero poderosos que, cuando se convierten en hábito, pueden transformar por completo la calidad de vida.
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