La emblemática ciudadela inca de Machu Picchu, en el sur de Perú, corre el riesgo de perder su título de ‘Nueva Maravilla del Mundo’, advirtió la organización New 7 Wonders, si no se toman medidas para controlar la presión turística, los altos costos, los riesgos al patrimonio histórico y las irregularidades en la venta de entradas.

En un comunicado difundido recientemente, la organización señaló que las autoridades del Gobierno nacional, los gobiernos locales y el Congreso peruano han recibido propuestas para implementar un plan estratégico de transformación de Machu Picchu. Según Jean-Paul de la Fuente, director de New 7 Wonders, la permanencia de la ciudadela en el listado mundial depende de la adopción de estas medidas y de un compromiso coordinado entre todos los actores involucrados.

Machu Picchu, elegida por votación popular en 2007 como una de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo, representa un símbolo de orgullo para Perú y un patrimonio de valor universal. Sin embargo, en los últimos años, factores como conflictos sociales, descoordinación institucional y quejas de visitantes han puesto en riesgo su imagen y credibilidad a nivel internacional.

El ministro de Cultura de Perú, Fabricio Valencia, informó que se espera que más de 1,5 millones de turistas visiten Machu Picchu durante 2025, superando los picos históricos de 2019. Actualmente, la ciudadela admite hasta 4.500 visitantes diarios en temporada regular y 5.600 en temporada alta.

No obstante, el aumento de visitantes ha generado tensiones: el traslado en autobuses desde el pueblo hasta la ciudadela quedó temporalmente suspendido tras denuncias de sabotaje en los trenes de transporte, lo que motivó protestas de las comunidades locales exigiendo soluciones inmediatas. La situación evidencia la urgencia de una gestión sostenible y coordinada que proteja el patrimonio, garantice la seguridad de los turistas y preserve la esencia de Machu Picchu para las futuras generaciones.

La organización New 7 Wonders insistió en la necesidad de trabajar en conjunto entre el Estado, el sector privado y las comunidades locales, recordando que el legado de Machu Picchu no solo es peruano, sino un tesoro del patrimonio mundial que debe ser protegido con responsabilidad.

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