Pac-Man, el héroe amarillo que conquistó al mundo desde los 80 con una pizza como inspiración
Pac-Man, el héroe amarillo que conquistó al mundo desde los 80 con una pizza como inspiración

Este 2025, Pac-Man cumple 45 años, y su influencia trasciende los videojuegos para consolidarse como un verdadero ícono de la cultura pop, la ciencia y la industria del entretenimiento global. Su origen, a fines de los años 70 en Japón, es tan singular como fascinante, y su éxito radica en una combinación única de simplicidad, accesibilidad y creatividad atemporal.

La historia de Pac-Man comenzó con un momento casi casual: Toru Iwatani, un joven diseñador de videojuegos japonés, buscaba inspiración mientras disfrutaba de una pizza de salami. Al retirar una porción triangular, vio que el resto del círculo parecía una boca abierta. Esa simple observación se convirtió en la semilla de un personaje que encarnaría de manera universal el acto de comer, dando vida a una “máquina devoradora” amigable y memorable. Años después, Iwatani confirmó a la revista Wired que aquella anécdota, que circulaba como leyenda urbana, era absolutamente cierta: “Si tomas una pizza entera y le quitas un pedazo triangular, parece una boca”, afirmó.

En 1980 nació el juego que cambiaría la historia de los arcades. Su premisa era sencilla: cualquier persona podía entender su objetivo y reglas sin experiencia previa. Mientras la mayoría de los videojuegos de la época giraban en torno a disparos y temas bélicos, Pac-Man ofrecía una experiencia accesible, divertida y pensada para todo tipo de jugadores, incluyendo mujeres y familias, marcando un antes y un después en la inclusión dentro de la industria.

El juego enfrenta al jugador a un desafío simple pero adictivo: controlar a una mancha amarilla que recorre laberintos recogiendo puntos mientras evade a cuatro fantasmas —Blinky, Pinky, Inky y Clyde—, cada uno con personalidad y color propios. La combinación de patrones cambiantes, búsqueda de rutas óptimas y presión constante genera un equilibrio perfecto entre azar, táctica y destreza. Quien juega aprende a anticipar movimientos y memorizar recorridos, mientras que la simplicidad inicial oculta un mundo de estrategias que los más expertos pueden dominar.

Más allá de la mecánica, Pac-Man refleja elementos de la cultura japonesa. Iwatani diseñó a los fantasmas con un estilo simple y adorable, inspirado en el concepto de wabi-sabi, que valora la belleza en la simplicidad y la efimeridad. Como declaró al Washington Post en 2020, esta estética ha contribuido a que jugadores de todo el mundo se acerquen al juego, atraídos por su apariencia amigable y encantadora.

El diseño visual y sonoro del personaje consolidó su fama. Su figura redonda, colores brillantes y estilo desenfadado le dieron un reconocimiento instantáneo, comparable al de símbolos globales como los arcos dorados de McDonald’s. “Pac-Man representa de forma inmediata y universal la acción de comer”, señaló Michiko Kumagai, responsable de licencias en Bandai Namco, la compañía que distribuye el juego.

Con más de 14.000 millones de dólares generados a lo largo de décadas, Pac-Man ha trascendido su papel de entretenimiento para convertirse en objeto de estudio en neurociencia y cognición animal. Investigaciones han utilizado el juego para analizar cómo reaccionamos ante el peligro, cómo tomamos decisiones estratégicas y cómo funcionan nuestros procesos de memoria y atención. Además, su legado ha continuado con secuelas como Ms. Pac-Man o Laberinto de Sombras, adaptando nuevas mecánicas y temáticas sin perder la esencia de su estilo y personalidad original.

Pac-Man no es solo un videojuego: es un símbolo universal de creatividad, inclusión y estrategia. Representa el acto más básico y humano, comer e manera simple, pero a la vez profunda. Más de cuatro décadas después, sigue cautivando a jugadores y estudiosos por igual, demostrando que las ideas más sencillas, cuando nacen del deseo genuino de crear algo para todos, pueden convertirse en leyenda.

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