Redes sociales y apps de citas: la tormenta perfecta que pone en jaque la salud mental de la Gen Z
Redes sociales y apps de citas: la tormenta perfecta que pone en jaque la salud mental de la Gen Z

La Generación Z ha crecido sin conocer un mundo sin internet ni teléfonos inteligentes. En su vida diaria, la tecnología no es una herramienta: es el entorno en el que estudian, trabajan, se relacionan y construyen su identidad. Pero esta conexión permanente tiene un costo cada vez más visible: el desgaste de su salud mental.

La fatiga emocional de vivir siempre en línea

Expertos y organismos internacionales advierten que esta generación enfrenta una presión inédita. La exposición constante, la cultura de la imagen y la sobreestimulación digital dificultan los vínculos auténticos y alimentan síntomas de ansiedad, agotamiento y pesimismo.

Una encuesta de Seramount (julio 2025) reveló que el 72 % de los jóvenes de esta generación presenta signos de agotamiento, y un 68 % de quienes ya trabajan sienten que sus entornos laborales no ofrecen apoyo suficiente para su bienestar emocional. A ello se suma un estudio de la Universidad de Cornell: el 69 % percibe un impacto negativo de las redes sociales en su salud mental, mientras más de la mitad se siente sobrepasada por la avalancha de información diaria.

Redes sociales y apps de citas: la doble cara de la conexión

El fenómeno se intensifica con el papel que han tomado las aplicaciones de citas, como Tinder, Bumble o Hinge. Lo que prometía facilitar encuentros románticos ha generado un entorno de validación constante, competitividad y relaciones fugaces.

El simple gesto de deslizar el dedo el “swipe convierte la búsqueda de pareja en un proceso rápido y superficial, que agota emocionalmente a quienes buscan vínculos reales. A esto se suma la práctica del ghosting, ese corte repentino de comunicación que deja a la otra persona en incertidumbre y autocrítica.

Autoestima a golpe de notificación

Tanto en redes sociales como en aplicaciones de citas, la comparación constante y la búsqueda de aprobación marcan la experiencia. Los jóvenes, expuestos a vidas y cuerpos idealizados, terminan midiendo su autoestima por la cantidad de “matches” o la atención recibida en sus publicaciones.

Cada notificación actúa como un refuerzo instantáneo de dopamina, lo que fomenta la dependencia y el uso compulsivo. Paradójicamente, cuantas más opciones tienen, más miedo aparece a comprometerse: la llamada “paradoja de la elección” convierte el mundo digital en una feria de relaciones superficiales y breves.

El precio emocional de una vida conectada

El resultado de esta dinámica es una generación atrapada entre la necesidad de conexión y la sensación de vacío. Según UNICEF, seis de cada diez jóvenes de la Generación Z miran el futuro con escepticismo, un dato que evidencia que el problema trasciende lo individual y se vuelve social.

La pregunta sigue abierta: ¿serán capaces las plataformas tecnológicas de adaptarse a las necesidades emocionales de los jóvenes, o la crisis de salud mental seguirá profundizándose en los próximos años?

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