La tos ferina o tos convulsiva es una enfermedad infecciosa de origen bacteriano que afecta los pulmones y el tracto respiratorio superior, causando una tos violenta e incontrolable que puede prolongarse por semanas o incluso meses.
Es necesario tener en cuenta que los recién nacidos y niños pequeños son la población más afectada, aunque también se puede dar en adolescentes y adultos, incluso si recibieron la vacuna durante su infancia.
El oportuno tratamiento de la tos ferina puede disminuir la gravedad de los síntomas. Tiene como objetivo evitar complicaciones, acelerar el proceso de recuperación y, sobre todo, ayudar a prevenir la propagación de la infección a personas cercanas.
¿Cómo se contagia la tos ferina?
La tos ferina es causada por la bacteria gramnegativa Bordetella pertussis. Esta se transmite mediante el contacto con una persona infectada, a través de pequeñas partículas de saliva que se expulsan al hablar, toser o estornudar.
Los bebés y niños pequeños que no han completado su esquema de vacunación tienen más riesgo de contraer la enfermedad. Para que una persona obtenga total inmunidad ha de haber recibido al menos tres dosis de vacunación.
Los adolescentes y adultos que tienen contacto con una persona enferma tienen un 90% de probabilidades de contagiarse. Un gran número de casos se producen por la disminución de la inmunidad que se produce con el paso del tiempo.
Síntomas de la tos ferina
En sus etapas iniciales, la tos ferina se manifiesta con síntomas similares a los de un resfriado común:
- Estornudos
- Congestión nasal
- Lagrimeo y enrojecimiento de los ojos
- Falta de apetito
- Ronquera
- Tos
- Fiebre moderada
Dos semanas después aproximadamente comienzan a manifestarse síntomas más severos propios de la infección. Estos incluyen:
- Tos violenta e incontrolable
- Respiración forzada
- Un silbido chillón agudo al respirar
- Fatiga crónica
- Vómitos (cuando se hace mucho esfuerzo al toser)
- Cambio de color en el rostro al toser
Diagnóstico
El diagnóstico de la tos ferina puede complicarse en las etapas iniciales porque, a menudo, los síntomas se confunden con los de otras enfermedades respiratorias. Por esta razón, tras evaluar al paciente, el médico puede sugerir pruebas como:
- Un análisis microbiológico por PCR (reacción en cadena de la polimerasa)
- Análisis de sangre
- Radiografía de tórax (para verificar si hay complicaciones como neumonía)
Tratamiento
El tratamiento de la tos ferina depende en gran medida de la edad del paciente y, sobre todo, de la etapa en que se encuentre la infección. La intervención oportuna ayuda a reducir la severidad de los síntomas y las probabilidades de contagio a otras personas. Además, tiene como objetivo evitar otras complicaciones.
1. Hospitalización
Una de las primeras medidas de tratamiento de la tos ferina es la hospitalización. Esta se da, sobre todo, en la población de mayor riesgo: bebés y niños. A menudo, los pacientes son aislados para evitar que la bacteria se propague.
2. Medicamentos
La tos ferina es una infección bacteriana y, como tal, debe ser tratada con antibióticos. Estos medicamentos ayudan a matar los microorganismos que provocan la enfermedad y hacen que se vuelva menos contagiosa.
Sin embargo, cabe aclarar que no alivian como tal los síntomas y solo resultan efectivos cuando se administran en las fases iniciales. Por esta razón, suelen administrarse desde antes de que lleguen los resultados de los análisis.
- El antibiótico más utilizado es la eritromicina. En casos severos se emplea durante 14 días, en los más leves solo 7.
- Otros agentes utilizados son la azitromicina y claritromicina.
- Si la infección es resistente a cualquiera de los mencionados, se puede considerar la administración de trimethoprim–sulfamethoxazole.
Terapia de apoyo para casos graves
Cuando la infección se complica, la mayor parte de las veces es necesario tener en cuenta algunas medidas para facilitar la respiración como:
- Tratamiento con oxígeno.
- Administración de líquidos vía intravenosa.
- Antibióticos para otras infecciones.
- Sedantes. Recomendados para ayudar a conciliar el sueño en los niños.
- Corticosteroides. Reducen la inflamación de las vías respiratorias afectadas por la infección.
4.- Cuidados del Hogar
Para sobrellevar los síntomas en el hogar se deben tener en cuenta algunos cuidados básicos.
- Asegurar un ambiente tranquilo para el paciente.
- Suministrar abundante líquido para prevenir la deshidratación.
- Realizar comidas pequeñas y frecuentes para evitar el vómito.
- Liberar los espacios de compuestos irritantes como el humo, polvo o vapores químicos.
- Humidificar el aire.
- Utilizar solución salina, si es necesario.
Prevención
La prevención es una medida vital para evitar la propagación. Los pacientes, sean niños o adultos, deben aislarse para evitar el contagio a otras personas, además, deben lavarse las manos y el revestimiento de la boca y nariz varias veces al día.
La mejor medida preventiva es la vacunación. Es un tratamiento que consta de inyecciones administradas secuencialmente según el siguiente esquema:
- 2 meses
- 4 meses
- 6 meses
- 15 a 18 meses
- 4 a 6 años
La vacuna tiene efectos secundarios leves que incluyen:
- Fiebre moderada
- Mal humor
- Dolores de cabeza
- Sensación de cansancio
- Dolor o molestias en el lugar de la inyección
Dado que la inmunidad de la vacuna contra la tos ferina disminuye con el paso de los años, se recomienda la aplicación de inyecciones de refuerzo durante la adolescencia, la edad adulta y la etapa de embarazo.
Acudir al médico
Como la tos ferina es una enfermedad peligrosa para niños pequeños y muy contagiosa es de gran importancia permanecer atento a los síntomas desde el primer momento en que se presentan. Del mismo modo, consultar con el médico en caso de dudas y seguir las indicaciones del profesional.
Los protocolos de vacunación también son importantes para prevenir la propagación de este enfermedad. /Con información de MejorConSalud-