No se trata solo de dolores de espalda, fatiga visual o alteraciones del sueño. El uso excesivo y compulsivo de pantallas por parte de niños y adolescentes está generando consecuencias mucho más serias que muchos adultos aún no logran dimensionar.

Investigaciones recientes realizadas en Estados Unidos y Europa revelan un panorama preocupante: uno de cada dos adolescentes muestra signos de dependencia hacia dispositivos electrónicos como celulares, redes sociales o videojuegos. Esta tendencia no solo afecta su capacidad de concentración o su rendimiento escolar, sino que se vincula directamente con el aumento de casos de ansiedad, depresión, autolesiones y pensamientos suicidas.
Lejos de ser un tema menor, el uso desmedido de tecnología activa los mismos mecanismos de recompensa en el cerebro que las sustancias adictivas. Esto significa que, desde edades tan tempranas como los 10 años, muchos niños comienzan a depender emocionalmente del estímulo digital constante, generando patrones difíciles de revertir.
El problema no está únicamente en la cantidad de horas frente a una pantalla, sino en el tipo de relación que se establece con la tecnología. Algunos estudios señalan que el patrón de uso adictivo es el factor determinante que agrava los riesgos. La exposición prolongada a redes sociales, especialmente en niñas, está ligada a una necesidad constante de aprobación, lo que aumenta la vulnerabilidad emocional y social.
La franja etaria más crítica está entre los 11 y 14 años, cuando el cerebro atraviesa una etapa clave de desarrollo. Es justo en ese período donde muchos adolescentes comienzan a mostrar dificultades para dormir, irritabilidad, impulsividad y retraimiento social.
Expertos en salud mental hacen un llamado urgente a las familias, instituciones educativas y gobiernos para intervenir a tiempo. Se recomienda evitar el uso de pantallas en menores de seis años y limitar su uso diario en edades mayores. Además, se sugiere reforzar actividades al aire libre, el juego no digital, y establecer momentos diarios de desconexión total para proteger el bienestar emocional de las nuevas generaciones.
La salud mental infantil y adolescente está en juego. Reconocer los signos a tiempo y actuar de forma preventiva puede marcar la diferencia entre un uso saludable de la tecnología y una adicción con consecuencias irreversibles.
Este artículo fue publicado originalmente en Infobae y está protegido por derechos de autor. Todos los derechos reservados a Infobae. Puedes consultar el artículo original en su (https://www.infoabe.com).