Durante años, el agua con limón ha sido presentada como una bebida casi milagrosa: refrescante, rica en vitamina C, con potencial para mejorar la digestión, hidratar y aportar antioxidantes. Sin embargo, detrás de sus beneficios se esconden riesgos que, si se pasa por alto su consumo responsable, pueden afectar tu salud de forma silenciosa.

Beberla cada mañana puede traer ventajas notables: ayuda a que el agua resulte más atractiva de beber, aporta alrededor del 21% de la vitamina C diaria recomendada, favorece la producción de colágeno y, según la Fundación Nacional del Riñón, incluso podría ayudar a prevenir cálculos renales. Sus antioxidantes apoyan la salud de la piel y su aporte líquido es clave para el sistema digestivo.
Pero no todo es luz. El ácido cítrico del limón, cuando se consume de forma frecuente y sin precauciones, puede erosionar el esmalte dental, provocando sensibilidad, aumentando el riesgo de caries e incluso causando molestias al ingerir bebidas frías, calientes o dulces. Estudios, como el de la Universidad Alfred-Herrhausen de Alemania, lo confirman, y expertos como la dentista Stephanie Dumanian advierten que cepillarse justo después de beber agua con limón “es como frotar ácido sobre los dientes”.
Además, su acidez puede irritar la boca en personas con úlceras, agravar el reflujo gástrico y, en ciertos casos, interferir con el metabolismo de algunos medicamentos. La dietista Julia Zumpano, de la Cleveland Clinic, recalca que estas reacciones no son universales, pero sí comunes en personas sensibles a los cítricos.
Por eso, el secreto no está en eliminar el agua con limón, sino en tomarla con respeto. Los especialistas sugieren diluir bien el jugo (unos 118 ml por día como máximo), beberlo con sorbete para evitar el contacto directo con los dientes, enjuagarse con agua después y esperar al menos 30 minutos antes de cepillarse.
En definitiva, el agua con limón puede ser una gran aliada para tu bienestar, pero también un enemigo silencioso si se ignoran sus efectos. Escuchar a tu cuerpo, moderar su consumo y seguir medidas simples de protección es la clave para disfrutar de sus beneficios sin pagar el precio de sus riesgos.
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